24 noviembre 2010

LA CEGUERA DE LA BURGUESÍA NACIONAL



Los empresarios  más importantes (entre ochocientos y mil)  tienen una cita anual en el Coloquio del Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina ( IDEA). La sigla da como resultado una palabra cuyo significado según el diccionario es “entendimiento que se limita al simple conocimiento de una cosa. Intención de hacer algo. Plan para realizar alguna cosa. Intención de hacer algo. Concepto formado sobre algo o alguien. Ingenio. Convicciones, creencias opiniones”
El Coloquio reúne a empresarios de distintas actividades como Cristiano Ratazzi de la industria automotriz y Hugo Biolcatti que preside la Sociedad Rural. A Gustavo Grobocopatel denominado “el rey de la soja” y a Luis Pagani presidente de Arcor. Y hacia el cónclave van a exponer desde “periodistas independientes” a los políticos que tratan de ser su representación política. Aunque desde la crisis del 2001 algunos de los empresarios como Macri y De Narváez intentan suprimir a los intermediarios y representarse a sí mismos con apoyo popular.
Lo que produce perplejidad es que las ideas liberales de los sectores agropecuarios sean suscriptas y apoyadas con notable entusiasmo por la burguesía industrial. Si los empresarios campestres representan a una clase dominante pero no dirigente, los industriales por su nacimiento y desarrollo están históricamente alienados por las ideas pastoriles. Así ambos grupos son librecambistas, denostadores del Estado, antisindicalistas, adoradores del mercado, discriminadores de  “los negros”, reivindicadores de las calles sin protestas, sostenedores de la mano dura y de la construcción de cárceles para los delincuentes, poseedores exclusivos de la vocación por el trabajo, admiradores de los países hegemónicos con los cuales son serviles, denigradores sistemáticos del país y de los gobiernos populares. Pregonan en público que pagan todos los impuestos  pero en privado cuentan sus hazañas elusivas como quintaesencia del vivo. Gritan contra la inflación que muchos de ellos determinan, se conduelen por la pobreza que producen las políticas que promueven, lagrimean por la distribución del ingreso ( aunque se oponen a la participación de los trabajadores en las utilidades) porque le aumenten las alícuotas impositivas: alientan la informalidad laboral y los contratos basura mientras  viven pendientes de las evaluaciones que del país hacen en el exterior. Por su alienación cultural e ideológica aborrecen de los gobiernos populistas, aunque les vaya muy bien. 
Los empresarios agropecuarios viven con nostalgias del Primer Centenario y de los gobiernos de Menem que ejecutó muchas de sus propuestas ideológicas aunque al final del ciclo del riojano, la mayor parte de los campos estaban hipotecados. Los industriales añoran aquel período que le vendió la ilusión del primer mundo, mientras la mayor parte de las empresas fabriles cerraban. Parecen gladiadores romanos, sin espíritu de lucha (los más poderosos vendieron sus empresas) que ante el poder romano y antes de perecer saludaban: “Ave César, los que van a morir te saludan”


RAÚL SCALABRINI ORTIZ Y UN PEQUEÑO INDUSTRIAL(I)
Cuenta Norberto Galasso en su biografía de Raúl Scalabrini Ortiz (Ediciones del Mar Dulce (1970) este relato extraído de la Revista Qué 28-05-1957: “Allá por esos años ( década del treinta) acudían al subsuelo en que FORJA desarrollaba sus actividades, numerosos desocupados radicales. La revolución de 1930 los había dejado cesantes en los cargos humildes que desempeñaban en la administración nacional y desde entonces vagaban desesperados en busca de trabajo en procura de un trabajo que no aparecía por ningún lado…..Uno de ellos descubrió una tarea que resultó inusitadamente fructífera: hacer bolsas de papel para uso de los almaceneros. Había descubierto que haciéndolas él, podía venderlas más baratas que aquellas que los almaceneros adquirían por mayor. Compró varios pliegos de papel de estraza. Con una tablita como molde y un poco de engrudo empezó a trabajar. El ensayo resultó un éxito. Las bolsitas caseras tuvieron amplia aceptación. Pronto la clientela excedió su capacidad personal. Entonces mi amigo decidió ampliar el radio de su actividad. Sin saber que hacía marxismo práctico, decidió aprovechar la plusvalía de otros desocupados radicales. Los contrató a tanto por bolsa.  Poco tiempo después tenía más de 20 desocupados trabajando para él. El antiguo desocupado comenzó a vivir con cierto desahogo. Comía dos veces por día. Sus hijos engordaban. El dinero abundante transformó poco a poco sus hábitos. A ojos vista, se volvía más responsable, más reposado, más afinado….Hasta que ocurrió la catástrofe.  Me visitó para pedirme un consejo con la esperanza que yo imaginara un milagro. Lo había llamado el gerente de una fábrica de papel, filial del gran consorcio Bunge y Born y sin ningún miramiento ni preámbulo le había dicho: “ Señor, su competencia nos está molestando. Le damos quince días para cerrar- “¿ Qué hago?” me preguntaba desesperado. “Cierre” le aconsejé. “Trate de vender todo lo que pueda en estos quince días. Junte sus pesos y cierre. Si quiere pelear le bajarán los precios. Usted no podrá competir. Tendrá que cerrar dentro de treinta días y quedará cargado de deudas. El hombre no quería doblegarse sin lucha. – “¿ No es una competencia ilícita? ¿ No es un monopolio? ¿ No hay leyes? ¿ No hay gobierno? ¿ No hay policía? ¿ No hay justicia?” preguntaba.- Todo eso está al servicio del mismo gigantesco monopolio que aprisiona el país” le explicaba yo……..Pero mi amigo ya no me escuchaba…... Dejé de verlo. Supe más tarde que debió clausurar  sus actividades cercado por las deudas. Después, corrido por la miseria se fue al campo a trabajar con su familia”


ELECCIONES EN EL COLOQUIO DE IDEA 


Transcripción de lo publicado por el diario Ámbito Financiero (Fue realizado en los días previos a la muerte de Kirchner): “Las políticas liberales que encarnó Carlos Saúl Menem siguen cosechando la aprobación de la mayoría de los empresarios que concurren a este Coloquio. Así surge de los datos relevados por una encuesta de ámbito.com donde se preguntó y en conmemoración al 50 Aniversario de IDEA ¿cuál fue el mejor gobierno de los últimos 50 años? -quedaron excluidos los gobiernos militares-. El 53% consideró que, teniendo en cuenta el desarrollo de la Argentina, Carlos Menem (1989-1999) en ambas presidencias fue quien mejor condujo los destinos del país. 
En segundo término pero muy lejos aparece con 20% el ex presidente radical Arturo Illia (1963-1966), seguramente su honestidad fue lo que pesó en la elección.”
1) A su juicio y en función del desarrollo de la Argentina ¿ Cuál fue el mejor gobierno de los últimos 50 años?
   
Menem:  53%
   Illía:         20%
   Alfonsín:  17%
   Duhalde:  10%
2) A su juicio y en función de las perspectivas de su actividad/ empresa ¿ Cuál fue el mejor gobieron de estos últimos 50 años?
   Menem:   63%
   Alfonsín:  13%
   Duhalde   13%
   Cristina    10%
   Otros         1%  
Un viejo empresario recordaba que tras dejar la primera magistratura, Illia solía elegir taxis conducidos por jóvenes para no ser reconocido y así le cobrasen el viaje, sucede que por gentileza solían llevarlo gratis los choferes que lo reconocían. En tanto, un economista rememoraba el reordenamiento del sector público, la disminución de la deuda pública y el impulso a la industrialización. "En 1964 el PBI creció 10,3% y al año siguiente 9,1%, crecimiento similar como en estos tiempos, lo que pasa que los radicales tienen mala prensa", comentaba un empresario afín al partido de Hipólito Yrigoyen. El tercer lugar, pese a que se vio forzado a dejar el gobierno anticipadamente en medio de una inflación galopante; Raúl Alfonsín cosechó 17% de simpatías de un sector que aunque no lo digan públicamente, hay varios asistentes que aprueban las gestiones radicales.
El ex presidente interino Eduardo Duhalde (2002-2003) ocupó el cuarto lugar de preferencias con 10% en reconocimiento al ordenamiento de la economía y el comienzo de la recuperación económica que se dio durante su breve mandato. Cuando se preguntó a los empresarios, cuál fue el mejor gobierno en función de las perspectivas de su actividad, Duhalde se ubicó en un segundo lugar de preferencias en igualdad con Alfonsín. 
Sin embargo, cuando se analizan las respuestas por sectores empresarios, se comprende la paridad entre el ex presidente radical y el peronista. La banca y los servicios financieros fueron los que escogieron al gobierno de Alfonsín, quizás recordando la estabilidad que trajo el Plan Austral. Aunque, Carlos Menem sigue siendo el favorito para el mundo de los negocios, el 63% reconoce que fue la mejor presidencia para el desenvolvimiento de su sector. La mayoría de las respuestas las dieron empresas de servicios de diversos sectores en tanto los industriales, que son minoritarios en estos coloquios, se inclinaron por el gobierno de Eduardo Duhalde. Por su parte, Cristina de Kirchner, a pesar de que crea que este es un foro opositor, cosechó 10% de votos y aunque pueda parecer extraño, mayoritariamente del sector agropecuario.
No es un dato menor que el gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007) no haya recibido ningún sufragio, está claro el mensaje de este grupo empresario hacia el patagónico, pese a que los mejores datos de crecimiento de la economía se registraron durante su mandato. 
Otras administraciones que no recibieron adhesiones fueron las de Héctor Cámpora (1973), Juan Domingo Perón (1973-1974), Isabel Martínez de Perón (1974, 1976) y Fernando de la Rúa (1999-2001).”


LA DEBILIDAD ESTRUCTURAL DE LA BURGUESÍA INDUSTRIAL
La burguesía industrial surgió en nuestro país como un fruto no deseado del modelo de producción primaria exportadora, aquel que se desarrolló de 1880 a 1930 y que consideraba a nuestro país el granero del mundo y a Gran Bretaña como el taller. Ese modelo se desplegó después del triunfo de los comerciantes del puerto de Buenos Aires y de los hacendados bonaerenses en los 60 años de guerras civiles argentinas del siglo XIX. El modelo funcionó mientras el capitalismo mundial tuvo una etapa expansiva. Cuando tuvo sucesivas crisis ( Primera Guerra Mundial, crisis de 1929) el país tuvo problemas con las exportaciones y por eso la oligarquía firmó el infame Roca- Runciman, y se interrumpió el flujo de las importaciones. Así surgieron los pequeños emprendimientos textiles y metalúrgicos que luego tuvieron un notable fortalecimiento durante el peronismo que realizó las tareas que esa burguesía por su debilidad estructural estaba incapacitada de concretar tomando el poder. De esa forma los descendientes de los derrotados en las guerras civiles argentinas del siglo XIX tendrían un lugar en el modelo de sustitución de importaciones. Los sucesores de aquellos artesanos derrotados, representados políticamente por los caudillos norteños,  serían los nuevos empresarios y los descendientes de gauchos y mestizos,  los cabecitas negras de la nueva clase obrera. Pero los emprendedores transformados en empresarios industriales nunca superaron su alienación cultural con la dirigencia pastoril que a su vez fue durante la mayor parte de su existencia una clase capitalista pero no burguesa (poco tentada a la inversión productiva)  yendo a la rastra de proyectos que los excluían.      


RAÚL SCALABRINI ORTIZ Y UN PEQUEÑO INDUSTRIAL(II)
En julio de 1949, ya sancionada la Reforma Constitucional que estableció la función social de la propiedad, los derechos del trabajador y protegida la riqueza del subsuelo a través del artículo 40, Raúl se volvió a encontrar con aquel industrial que en el año treinta y tantos había visto ahogada su fabricación de bolsitas de papel por la competencia de Bunge y Born. “ Casi no lo reconozco. Vestía ropas de óptima calidad. Estaba rozagante, brioso y muy seguro de sí mismo. Se me ocurrió que desde lo alto de su evidente opulencia avizoraba con cierto ligerísimo menosprecio la constancia invariable de mi modestia.  No me fue difícil presuponer que por un momento se le cruzó  la idea de que, al fin y al cabo, yo no podía ser nada más que un pobre infeliz tragalibros, incapaz de triunfar, como él, en la lucha por la vida. Hizo gala de la fidelidad  a sus ideas políticas. Continuaba siendo un buen radical. Desde las heterogéneas filas de la Unión Democrática había enfrentado la prepotencia militar y continuaba siendo un afiliado luchador contra los extremismos totalitarios que se habían adueñado del poder con métodos demagógicos. Cuando terminó de recitar su cartilla política  le pedí datos de sus actividades económicas. Con gran aplomo me contó los detalles de su buenaventura. Habilitado por el Banco Industrial, había reinstalado con alguna maquinaria moderna su antigua fábrica de bolsas. Se quejó del tiempo que le habían hecho perder con la presentación de proyectos, planos y presupuestos de inversión. Usaba una terminología técnica muy precisa.  Tuvo amargas palabras de censura para la minuciosidad y morosidad burocrática. Hizo una vaga referencia a participaciones o coimas, pero soslayó toda referencia concreta. Tuve la sospecha que en ese punto mentía o exageraba.  No le oí una sola palabra de agradecimiento para nadie. Tenía la certidumbre de que su éxito se debía exclusivamente a su iniciativa personal, a su capacidad de trabajo indudable y a su espíritu de empresa. El radio de sus actividades fabriles se había extendido mucho y diversificado en una gran complejidad de artículos.  Critico acerbamente el intervencionismo estatal que le impedía traer del extranjero repuestos y maquinarias  más eficaces y más  baratas que las fabricadas en el país. Se desahogó  hablando mal de la prepotencia proletaria. Las reclamaciones de sus obreros era una espina clavada en su optimismo. Se explayó largamente y en términos duros contra sus exigencias y contra las crecientes concesiones que les acordaba el gobierno con su política demagógica. En su criterio, los obreros parecían querer suplantarlo en la propiedad de su fábrica y estableció un paralelo con lo que él suponía que ocurría en Rusia. Se acaloraba al recordar lo que él llamaba “insolencia de sus delegados.” Después, entró a criticar las innovaciones constitucionales y se dedicó a encarnecer las flamantes reformas introducidas en la Constitución. Ese artículo cuarenta-dijo- es un absurdo.” Entonces lo interrumpí. Lo había escuchado en silencio y con un asomo de aprobación porque quería medir el alcance de su incomprensión y la profundidad de la penetración de las ideas que sigilosamente difundían los intereses extranjeros. Ahora le tocaba el turno de escuchar.
El día que caiga el artículo cuarenta- le dije- junto a él caerá su fábrica o comenzarán a formarse las condiciones para que caiga. El día que terminen los privilegios que con toda justicia aseguran las leyes a sus obreros, terminarán todos sus créditos y su opulencia que están sostenidos  por el mismo principio de unidad y a poco volverá usted a ser el humilde “rasca” que fue siempre a pesar de sus grandes condiciones personales. ¿ No ha comprendido todavía que su esfuerzo aislado vale menos que nada, frente a los inmensos poderes ….? ¿ No ha comprendido todavía que el país sólo puede defenderse y defenderlo a usted reuniendo en un mismo haz  a todos los intereses nacionales, sin distinción de magnitud…? ¿No se ha percatado todavía que su propiedad o su infortunio es una unidad inseparable  del conjunto nacional ..?
¿No se ha dado cuenta todavía que el artículo cuarenta es el símbolo que será arriado el infausto  día en que triunfen las fuerzas antinacionales que se disciplinaron en la extinta Unión Democrática?....¿ No ha comprendido aún que el día en el que el delegado obrero carezca de fuerza legal coactiva para hacerle cumplir la ley, será el mismo día en que su fábrica comenzará a carecer de crédito?.....El día que muera el artículo 40, caerá el IAPI. Ese día Bunge y Born resucitará en toda su potencia y junto a él todo el conglomerado de intereses concertados en la voluntad de mantener nuestro país en el estado larval de factoría agropecuaria?”                       

LA CEGUERA DE LA BURGUESÍA NACIONAL
Pasaron seis décadas de aquel empresario industrial cuyos avatares y ceguera nos contaba el gran patriota que fue Raúl Scalabrini Ortiz. Si entonces ese empresario ante la presencia vigorosa del  delegado obrero suponía que el país se convertiría en la Rusia comunista, hoy el presidente de la Unión Industrial Héctor Méndez declara que el proyecto de ley de participación de los empleados en las utilidades de las empresas establecidoa hace 42 años en la Constitución Nacional convertirá al país en Cuba. El presidente de la Conferencia Industrial Federico Nicholson de la empresa Ledesma advirtió que “ la excesiva intervención estatal ahoga la economía. Cada vez son menos los que creen que el Estado puede ocupar los espacios que mejor saben hacer los privados.” El economista Federico Bernal le contestó con contundencia:             ”¿ Que( se puede) reprochar a empresarios que pudieran coincidir con Federico Nicholson, si los de su tipo nacieron, crecieron  y se desenvolvieron repudiando u odiando al Estado? ¿Qué exigirles si la gran mayoría de sus empresas, cuando no los principales rubros industriales en  los que laboran, surgieron o se consolidaron fundamentalmente durante el proceso de industrialización entre 1930 y 1955 para luego sucumbir a las fuerzas del mercado y sobrevivir            (con suerte) como meros importadores de manufacturas o bienes suntuarios durante casi medio siglo?”
 El periodista Hernán Brienza escribió en Tiempo Argentino del 12 de septiembre: “ Utilizaron el Estado sólo para sus negocios personales. Como el Grupo Techint o Loma Negra, por ejemplo, que luego de haber sido subsidiados históricamente por todos los argentinos a través de las políticas de promoción industrial y beneficiados por negociados con el Estado, vendieron sus empresas a capitales extranjeros como si se trataran de reliquias exclusivamente familiares y no estuviera en juego el esfuerzo de todos los argentinos. Porque cuando un ciudadano común paga el 21% de Iva, ese dinero no sólo va a la asistencia social, sino también va a subsidios y promociones industriales…..Desgraciadamente, los argentinos debemos sufrir una burguesía con síndrome maníaco depresivo y con tendencias automutilantes y suicidas. De otra manera no se entiende por qué  apoyaron a la dictadura militar y el proceso neoliberal 1989-2002, y no se escucharon a los Ratazzi criticar la política de desindustrialización de los años noventa. Tampoco se escuchó a la Unión Industrial Argentina o a la Asociación de Empresarios Argentinos patalear cuando devastaban el mercado interno con la convertibilidad y el liberalismo comercial”     
Industriales de países donde por su origen y desarrollo no pudieron consumar ninguna revolución francesa,  son incapaces de entender que los países desarrollados lo hicieron con un férreo proteccionismo y que sólo asumieron el librecambio cuando carecían de competencia. Son perritos falderos de los sectores ligados a la tierra cuyo proyecto de país los excluye. Estos añoran todavía la Argentina del primer centenario
El ensayista Alejandro Horowicz ha caracterizado con precisión las características de los sectores empresarios... Sostiene que la Argentina tiene una clase dominante pero carece de clase dirigente. Y para ello basta, como prueba de consistencia,  observar el desierto de ideas en los coloquios de IDEA. En este caso se comprueba aquel viejo consejo: “ Dime de qué alardeas y te diré de lo que careces”. La única idea del coloquio de IDEA está en la sigla.         




20-11-2010
  Hugo Presman.
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1 comentario:

  1. A otro pequeño industrial muy amigo mío, se le ocurrió una vez que podía fabricar suero fisiológico y venderlo a precio mucho más bajo que los que producían los laboratorios multinacionales. Tuvo tal éxito que ni siquiera le dieron 15 días para cerrar: directamente su fábrica voló por los aires por una casual exposión en la caldera.

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