14 enero 2015

HIPOCRESÍAS  Y FALACIAS

SAINTOUT  Y  BORDELOIS



La falacia “ad hominem” es aquella por la cual se intenta desacreditar una postura tomando como argumento quién es el emisor de la misma.
Hipocresía es fingir o aparentar lo que no es o lo que se siente.
La discusión sobre la posición argentina acerca de los asesinatos en Francia y sobre la muerte del niño qom de siete años Néstor  Femenía,  está atravesada la primera por la falacia ad hominem y la segunda por la hipocresía.
Florencia Saintout, concejal y también decana de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de Universidad Nacional de la Plata, escribió un twiter: “Los crímenes jamás tienen justificaciones pero sí tienen contextos”; y luego reforzó su argumentación con un segundo twiter:  "El terrorismo sólo se combate con paz".
Sobre ella, fuertemente alineada con el gobierno, llovieron todo tipo de descalificaciones y exabruptos por haber escrito: “…pero sí tienen contextos” (es decir, expresaba algo tan básico como intentar explicar lo ocurrido), mientras se omitía intencionalmente el segundo twit. Es increíble que periodistas con larga experiencia y que habitualmente han contextualizado una noticia, como es lógico,  necesario y profesionalmente aconsejable,  atravesados por la ira y obnubilados por el odio,  interpretaron que el intento de explicación era una justificación del acto terrorista.
Lo expresado por Saintout es tan elemental, como descubrir ahora el agujero al mate.
Como es conocido, el enojo es un estado en el que la lengua funciona más rápido que la mente, como queda claro con las repercusiones que produjo.
Sin embargo, desde “La Nación”, Ivonne Bordelois, doctora en lingüística, catedrática y poeta, colaboradora del diario; ganadora del premio de ensayo LA NACION-Sudamericana en el año 2005 por su trabajo "El país que nos habla", y políticamente opositora al gobierno, escribió una muy buena nota el 13 de enero, que contextualiza y plantea argumentaciones interesantes que van mucho más allá de las interpretaciones arbitrarias que cayeron sobre Saintout. Algunos de sus párrafos:  “Francia acaba de perder una elite de humoristas en un terrible atentado, y un estremecimiento de cólera y horror conmociona justificadamente a la sociedad…El discurso que convalida la democracia y la libertad de expresión en las sociedades occidentales, no debería olvidar que estas instancias básicas e inamovibles no pueden disociarse totalmente de otras leyes que no por no estar escritas son menos básicas e inamovibles: particularmente, las leyes de convivencia… El racionalismo puede también convertirse en la religión de la soberbia cuando considera a los creyentes en su totalidad como seres inferiores, supersticiosos e ignorantes.
En ese sentido, no parecería una estrategia particularmente iluminada el oponer a los feroces degüellos televisados de la Jihad la pluma irreverente de Charlie Hebdo, que trata de estúpidos a los seguidores de Mahoma. Azuzar con palabras e imágenes fuertemente ofensivas a un enemigo fanático, en momentos en que arde la contienda internacional, no parece la actitud más prudente ni esclarecida por parte de quienes se asumen como líderes intelectuales de la prensa europea. Ser mártir de la libertad de prensa no es incompatible con ser responsable de imprudentes escarceos al borde de un cráter dispuesto a estallar. Pero quien adopte esta perspectiva que, sin justificar en ningún modo la horrenda represalia, relativiza el heroísmo intelectual de las víctimas será instantáneamente fusilado por la ola de indignación bien pensante que atraviesa el planeta en estos momentos.
Miles y miles de musulmanes, fanáticos o no, cayeron bajo las bombas estadounidenses en Afganistán e Irak. Pero morir a manos de terroristas musulmanes en París o en Nueva York viste más que morir bajo bombas cristianas en desiertos de nombres impronunciables en Medio Oriente. Fanatismo, no. Hipocresía, tampoco.”
Está claro que Bordelois intenta poner en el tapete, contextualizar, los horribles hechos perpetrados. Muy lejos de  justificarlos,  intenta entender, en la línea del filósofo holandés- judío del siglo XVII, Baruj Spinoza quien sostenía: Después de la indignación tiene que buscarse una explicación.
Por supuesto que a partir de ahí se puede entablar un debate esclarecedor.   
No hay que esperar  que  los que atacaron a Saintout, hagan lo mismo con  Ivonne Bordelois. Lo que plantean ambas, merece actuar como disparadores; pero nunca descalificar en función de quién emite  la opinión.
Saintout es vapuleada por ser oficialista y Bordelois puede decir honestamente lo que escribió sin ser atacada por los que se ensañaron con Saintout -fundamentalmente las distintas bocas de expendio del multimedios Clarín- cosa que es fácil de pronosticar porque en este caso el alineamiento político protege a Bordelois.




No es cierto, por otra parte, que la libertad de expresión no tiene límites. Hay límites para un presunto humor nazi riéndose de sus víctimas. Por supuesto que eso no significa ir a asesinar a quienes lo realicen. Pero quienes lo hagan deben responder ante la justicia civil y penalmente. De la misma manera  burlarse de Mahoma identificando a los fundamentalistas con los creyentes amerita que los que se sientan afectados recurran al Poder Judicial. No me imagino a los judíos permaneciendo indiferentes y al mismo tiempo seguramente acompañados por una reacción de rechazo significativo,  ante una caricatura que muestre a Jesús “crucificado” sobre una Estrella de David o a los seguidores del cristianismo ante el Papa Francisco en la ESMA acompañado por Massera  señalando para que torturen a dos curas.
Incluso, en la misma Francia, se acaba  de detener al humorista francés Dieudonné por haber manifestado "Je suis Charlie Coulibaly", al asociar el nombre del semanario 'Charlie Hebdo' con el apellido de uno de los terroristas abatidos en París.
El doloroso caso del niño qom produjo en muchos casos la indignación de quienes apoyaron las políticas de exclusión.  Las cartas de lectores de Clarín y La Nación se atiborraron de indignados,  muchos de ellos seguramente corporizando la definición de hipocresía consignada.  
La muerte de un niño, y si  es por desnutrición aún más, es muy difícil de asimilar.  


Sin embargo siempre puede existir algún caso en un país devastado por décadas de políticas neoliberales. Más allá de esta dolorosa noticia, es importante saber efectivamente cuántos chicos están en la situación por la que atravesó Néstor Femenía. Las estadísticas oficiales han sido vaciadas de credibilidad o escamoteadas, como la de la pobreza, en uno de los errores imperdonables del gobierno. Relevar la situación y prevenirla, es lo único eficaz en memoria del niño qom.
No se puede avanzar si los pseudos debates se basan en falacias “ad hominem”  o en hipocresías que buscan miserables aprovechamientos políticos.
Sería bueno recordar que para que el debate tenga sentido,  los que lo protagonizan deben ser como los  paracaídas: sólo funcionan bien cuando se abren. Vale la pena, si se es honesto, hacer un esfuerzo  para no caer en lo que sostenía William James, el hermano de Henry, novelista famoso, quien dijo: “Un gran número de personas piensan que están pensando, cuando no hacen más  que reordenar sus prejuicios.”

14-01-2015
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3 comentarios:

  1. Es que están cebados. Hoy, con la denuncia contra la Presidenta y Timmerman, batieron todos los records.
    Bah, los records que tienen hasta ahora. Aparentemente la mano va a venir pesada. Recién estamos en enero.

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  2. La falacia ad hominem es una especie de marca de estilo de los periodistas y propagandistas del oficialismo, y desde hace años.
    Es largo de explicar, y no se si se justifica, pero la nota de Bordelois es infame, y llega al borde de la justificación de los asesinatos. Si yo fuera familiar de una de las víctimas, me sentiría habilitado a matar a Bordelois usando su mismo argumentos como defensa.
    Es verdad que en todos los países, se puede accionar judicialmente contra lo que publican algo(después de publicado). Parece que no fue ese el modus operandi de los jihaidistas.

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  3. Todo hecho (aún el más trivial) se produce en un contexto, ya sea en el mundo social humano o en las ciencias naturales. Negar la posibilidad de considerar el contexto, analizarlo, es impedir la posibilidad de encontrar relaciones, explicaciones, causas y efectos. Básicamente es negar el acto de pensar. Sólo excluyendo de la ecuación el pensamiento crítico es posible dejar de lado el contexto de un cierto hecho, y eso sería, a mi juicio, la forma más perfecta de eliminar la libertad de expresión: no dejar pensar.

    Gracias por acercar la nota de Ivonne Bordelois.

    Saludos,
    Esther

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