17 julio 2016

MACRI: DE CARTONERO A MENDIGO

 

Fue Diego Maradona quién lo denominó el cartonero Báez, cuando este apellido no estaba asociado a un prospero cajero de banco devenido en millonario, sino a un cartonero que accidentalmente fue testigo del asesinato de Alicia Muñoz por Carlos Monzón. El genial número diez lo cuenta así: “Estaba de vacaciones en Punta del Este, venía de la selección y me llaman los muchachos para pedirme que volviera a Buenos Aires porque había quilombo con los premios. “Arréglenlo  con el presidente nuevo, les dije. Pero resulta que Mauricio era el dueño de Sevel y se creía que éramos operarios…me tomé un avión y me vengo con los muchachos. Entramos en una habitación, estaban Carlos Navarro Montoya y Claudio Caniggia. Nos saludamos y dice: “Bueno muchachos, acá no se van a cobrar más premios”. Me equivoqué de habitación y le dije: “Vos no podes venir a cambiar el fútbol. Nací jugando y vos recién llegás” Nos fuimos y al salir les dije: “Yo con esta clase de gente no hablo. Nos preguntaron si habíamos arreglado y les dije: “con el cartonero Báez no se puede arreglar nada” 
Dos décadas después, el cartonero Mauricio Macri ha realizado una exitosa carrera política, desproporcionada con las virtudes que exhibe y sale a mendigar recursos para un país que intenta reactivar mediante  un endeudamiento fenomenal, mientras sus políticas económicas agravan la recesión, incrementa la inflación, no puede bajar el déficit fiscal porque transfiere recursos hacia los sectores concentrados de la economía y concreta un tarifazo sin parangón que puede convertir su piso de sustentación en arenas movedizas, agravado por una creciente apertura de la economía.
Se está en las últimas etapas del plan DADA ( Devaluación, Ajuste, Deuda, Apertura)
Para conseguir capitales que soñó llegarían ofreciéndoles significativas ventajas, el aval de su presencia empresarial y su gabinete de CEOS, viajó en enero al Foro de Davos en Suiza, junto a su aliado presuntamente opositor Sergio Massa. Ahí además del frío intenso lo esperaban los empresarios emblemáticos del capitalismo mundial. El enviado de La Nación, con manifiestas simpatías hacia el hijo de Franco escribió que los objetivos eran “convencer a los principales empresarios del mundo y a los jefes de Estado más influyentes que participan del Foro Económico Mundial que deben reanudar las inversiones productivas en la en la Argentina y facilitar el financiamiento de grandes proyectos en infraestructura, energía, minería, agroindustria y telecomunicaciones, entre otras actividades. La misión declarada del Gobierno en este viaje consistió, a todas luces, en que el país vuelva a crecer y reinsertar a la Argentina en el mundo.” Muchas sonrisas, reiteradas promesas y un resultado a tono con el clima.
En marzo viajó a EE.UU, para la cumbre de presidentes preocupados por la seguridad nuclear, pero personalmente preocupado por   presentar un escenario en donde el Congreso lo apoyaba en su negociación con los fondos buitres que en la terminología macrista son los holdouts. La presencia de 53 jefes de Estado era considerado un ámbito extremadamente propicio para “reinsertarse en el mundo” y pasar la gorra. Volvió lleno de promesas pero sin los dólares anhelados a la vista.
Pero como no hay dos sin tres en julio volvió a Europa y EE.UU. El encuentro más importante fue con Merkel en Alemania y con los CEOS de Volskwagen y Mercedes Benz. Luego habló en la Fundación Conrad Adenauer, ante unos trescientos empresarios en un plan de seducción intenso.   Las promesas y las sonrisas fueron, nuevamente,  mucho más elocuentes que las inversiones concretas. Con resultados similares pasó por Bélgica y Francia
Luego voló a EE.UU, donde se entrevistó con los dueños de Microsoft, Google y Facebook.
Macri está comprendiendo dolorosamente que el capitalismo tiene una dureza como la de él con los jugadores de Boca. Sorprende que como integrante del poder económico de la Argentina, no haya imaginado que en un mundo arrodillado ante el capital financiero, los representantes del capital productivo tengan actitudes similares a las que llevaron que él fuera calificado de cartonero por Maradona. Por eso el resultado de pasar la gorra ante multimillonarios que actúan como cartoneros en el momento de decidir colocar sus capitales, es como mirarse en el propio espejo.
Todo ello ha actuado sobre su cuerpo que muestra un envejecimiento muy superior a los algo más de los siete meses transcurrido. Sufrió una fractura de costilla en un poco creíble accidente jugando con su pequeña hija, otro accidente jugando al paddle que lo llevó al quirófano para operarse la rodilla y un incidente cardíaco menor.
Entre viajes, vacaciones y problemas de salud se ha  ido un 14% de su mandato transcurrido.
Y las preocupaciones se intensifican porque la gorra del mendigo sigue vacía de inversiones. Sólo se llenó, pero es otra gorra, la de un endeudamiento como no se tiene antecedentes en un término tan corto. 
 09-07-2016 
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